12.04.2007
Noches de radio
11.14.2007
La Hoja de Vida
Por eso nació La Hoja, un periódico sencillo, porque habla de la ciudad diaria, rústica, la que nos toca a todos. No sólo la ciudad que se contruye a partir de boletines o ruedas de prensa, o la que se discute en edificos administrativos o en almuerzos de ejecutivos. Tampoco es sólo la ciudad que no se construye, sino que se deteriora cuando se cuenta desde la pornomiseria, desde el sufrimiento. Es simplemente la ciudad viva, que incluye todo lo mencionado y tanto más. Lo más importante es que La Hoja narra una ciudad vivida y vívida que se construye con nombres propios. Nombres de lugares, de personas, de cosas, de todas las cosas. Eso es lo que hay en La Hoja.
¿Y por qué hablo de La Hoja? Porque cumple 15 años, sacará un gran libro, que es la antología de palabras que han transitado por la historia de Medellín, que mes a mes se ha publicado en este periódico. Ese libro será una muestra más de la tosudez y el empeño de dos periodistas que admiro, Ana María Cano y Héctor Rincón, que sin saberlo, me han enseñado de periodismo cultural, independiente, de radio, de medios de comunicación y me han permitido, a través de sus ojos y su experiencia, afilar esa mirada que se necesita para descubrir esta ciudad en todas sus dimensiones.
Hoy, mucho de lo que ellos y todos sus colaboradores, sin saber que lo hacían, me han enseñado, comienza a dar frutos. Hoy soy también parte de ese equipo que le da "una mirada otra" a la ciudad. Desde estas oficinas se salta a la calle, y los ojos van al principio de lo que se sabe, lo que se ve, lo que se huele, lo que se oye; luego, esos mismos ojos dan vuelta completa, revisan, remiran, rehacen y así es que uno se encuentra con hermosas -otras no tanto- sorpresas de ciudad.
Esta sí que es un Hoja de vida.
Foto: Chema Madoz.
10.31.2007
Me gustaba mucho... ser niña
10.22.2007
Cuánto vale una canción
Claudia Gómez y Pilar Posada dos artistas paisas, de talento inigualable, compositoras, intérpretes, con unas voces que logran erizar la piel, se unieron a la campaña de un candidato por
10.10.2007
Episodios: libros
Mejor asúmalo como una ofrenda a todo lo hermosa que usted es y a su risa. Sepa que yo le amo y este libro quiero que usted lo tenga sólo por eso.
Qué sensación encantadora me produce ver los inmensos estantes a reventar, husmear los que mi estatura alcanza, olerlos un poco y manosearlos cuando la prudencia no me alcanza. Me gusta imaginar lo que se esconde entre páginas, ¿de qué hablará por ejemplo Los límites en la femineidad de Sor Juana Inés de la Cruz? En internet dice que es un estudio que “analiza los límites y posibilidades que confirieron, en el campo literario, la condición femenina de Sor Juana y la recepción de su obra hasta el siglo XX.” [1] No sé si algún día éste llegue a mi biblioteca.
Adoro los libros de arte, y siempre que los hojeo y paso mi vista rápida sólo puedo imaginar lo qué me causaría tener en frente una obra original de Goya, de Delacroix o de Dalí. Sólo tuve una vez en frente a Rembrandt, claroscuros impecables que impresionaron mi retina, y aún no han desaparecido. Pero sé que el día que vea a Goya, que sepa que fue su mano la que pasó por la superficie que tenga en frente… pero hoy se trata de libros, y no de pintura.
Otra sensación que me acompaña desde hace algunos años, es la que me produce pensar que desde pequeña, cuando leí por primera vez las Narraciones Extraordinarias de Edgar Allan Poe, Bola de Sebo de Guy de Maupassant, Del amor y otros demonios de García Márquez o Colombia Amarga de Castro Caycedo, los escritores eran personajes difusos, casi irreales, existían sólo a través de su libro. Pero hoy, al llegar a una librería, veo a Juan José Hoyos, a Héctor Rincón, a Pablo Montoya, a Juan Carlos Garay, en fin, amigos, profesores, conocidos, que también son escritores y que existen más allá del papel.
Pero aún con lo inquietantes que me resultan ciertas librerías, como la Científica, que queda en Boyacá, y a pesar de que preferiría vivir en una de esas, no puedo evitar pasar por un lugar escondido del centro de Medellín, que despierta todos mis afectos.
En el Pasaje La Bastilla, un paso peatonal que hay entre Ayacucho y Pichincha, una cuadrita abajo de Sucre, está el Centro de la Cultura y el Libro. Una serie de locales estrechos en los que se ofrecen casi toda clase de libros. Los escolares se mueven mucho a principio de año, los compras o los vendes. Ejemplares como Anthony de Mello y Paulo Coelho también tiene acogida entre el público lector que visita este lugar. Best sellers y novedades editoriales también se ofrecen a costos moderados o a bajos costos, hay para todos. Por ejemplo, ese libro nuevo, el que escribió Virginia Vallejo, esa mujer frustrada que ya no sabe que más hacer con su vida y se dedicó a destapar ollas podridas, así éstas no contengan nada, se puede conseguir en el Pasaje la Bastilla, hasta por diez mil pesos.
Cuando uno va caminando, los afanosos vendedores te preguntan, te ofrecen, te venden, abunda la piratería, que, cómo suele suceder con gran parte de los delitos del país, es ignorada. Los precios no se deben sólo a los segundazos que allí se consiguen, muchos, muchos de los libros son piratas. Es más, cuando preguntas por un título, ellos preguntan ¿Pero va a llevar el original?
Pero entre tantos piratas, Cohelos, Vallejos (no confundir) y Mellos, en el segundo piso, en un local que parece aún más pequeño que los demás, Capote, Mishima, Miller, Dahl, Nietzsche, Calvino, Yourcenar, Peri Rossi, Saramago, Cortázar y tantos otros que apenas asoman tímidamente sus lomos, entre tanto y tanto que hay para leer, descansan de grandes librerías y antiguos dueños.
Un hombre que saluda y referencia cada uno de los textos que vende, que hay que decir que son tan baratos como más no se puede, guarda en sus estantes tesoros literarios, relatos, lecciones, trucos, una foto con un candidato a la alcaldía, y guarda, sobre todo, la certeza de que el libro que uno necesita o que uno desea “en estos días cae”. Así como cayó uno de los más preciados que ha llegado a mi pequeña biblioteca, El Nombre de la Rosa de Umberto Eco, RBA Editores, pasta dura, diez mil pesos, venía incluso con dedicatoria:
De un tal Fdo B., para una tal Alejandra.
Fotografía de DJVue en Deviant Art
10.08.2007
Carabobo
Hoy, Carabobo es para caminar, para sentarse a conversar o a leer, para 'vitriniar', para enamorarse, para comprar, para ir despacio, para saludar. Es un espacio transformado que cuenta incluso con adoquines exclusivos y las Luminarias de Carabobo, unas lámparas que también se diseñaron para este paseo peatonal.
9.28.2007
Frases célebres
"Un minuto antes de comenzar se me informó que había dos candidatos molestos con mi presencia y que incluso uno de ellos había planteado la posibilidad de retirarse antes que tener que responder mis preguntas o mirar mis ojos de basilisco. Se decidió con la desidia de Salomón, y mesa, membrete y vaso de agua fueron sacados según la voluntad del interrogado. Pasé sin afanes a la tras escena y gocé de mi vaso de agua sin pagar por él son el sudor frío que implica todo careo.
9.26.2007
De justicia, respeto y otros desvaríos
9.11.2007
Más canales no son más opciones
¿Será que un tercer canal privado de televisión abrirá las posibilidades y solucionará el asunto del monopolio mediático en el país?
Repetitivas y monótonas son las quejas que se escuchan respecto a la pobreza en la oferta de los canales nacionales de televisión. Y es que no hay que entrar a hacer un concienzudo análisis de medios para entender que el 70% de la programación está compuesto por telenovelas, eternas noticias que se explayan en deportes y que en farándula se especializan; unos eternos programas de variedades en los que se dedican a compendiar la savia que compone el resto de su programación: las telenovelas.
El canal RCN, uno de nuestros maravillosos canales privados, dice tener una franja para niños, y en medio de esta zampa una telenovela. Y están también los realities, que parecen estar perdiendo terreno para ser reemplazados por más telenovelas y una no tan nueva pero reencauchada modalidad de novela: las series de historias diarias o semanales, en las que los cuerpos, las tangas y el reggaetón conjugan de manera simétrica, livianita, la narrativa que tanto vende.
Y si ha encontrado muchas veces la palabra telenovela, ni es error ni es casualidad. Es el estado actual de la televisión privada colombiana, esa es la oferta que tenemos en Caracol y RCN, los dos canales más vistos y más prestantes del país. Sin embargo, recientemente empezó a discutirse la propuesta de un tercer canal privado. Para muchos, éste representaría la posibilidad de una nueva oferta y más de donde elegir, pero teniendo en cuenta incluso las disposiciones de la Comisión Nacional de Televisión, que dice que dicho canal entrará a competir con los privados ya existentes, no son muchas las luces que se encienden y den visos, ilusiones incluso, de una televisión diferente a la que ya tenemos.
Y para terminar de ennegrecer el panorama, aparecen Caracol y RCN a decir que un nuevo canal va a representar la disminución en la calidad de la televisión ya existente. ¿Calidad? ¿Quiere decir esto que la programación de la televisión privada nacional será peor de lo que ya es? No se sabe entonces que nos puede esperar al sentarnos frente a la pantalla, pues ya los noticieros son lo suficientemente mediocres, las novelas son demasiadas y la programación bastante regular, como para que nos espere algo peor, como sentencian.
Pero hay que recordar también la existencia de una oferta televisiva alterna, que aunque no alcanza a llenar las expectativas de quienes gozan del cable viendo Film and Arts, History Channel y todas las variantes del Discovery, se presenta como una opción interesante. Ahí están, en números elevados y de poca recordación, Teleantioquia, Telemedellín y City TV, que nos presentan dentro de sus programas enfoques diferentes de la ciudad y el ciudadano, permitiendo cercanía e identificación de los televidentes con las realidades circundantes al poner su lente en aspectos que generalmente los canales privados no nos dejan ver.
Después de este panorama, no se avizoran muchas posibilidades de cambio. De la competencia centrarse en atraer publicidad y vender franjas más costosas, la muy regular oferta televisiva se triplicará y tendremos más novelas y más realities y más series morbosas para elegir. Ellos, los empresarios que se quejan porque exista competencia, tendrán menos pauta, pero ese no es un asunto de preocuparse, siempre habrá quien alimente los negocios que no aportan mucho.
Al final del camino, un camino que se recorre en cien canales, siempre será el televidente el que decida su destino. Aunque pegados a la letra que habla de responsabilidad social de los medios, la televisión ideal sería aquella que se diversificara, que pensara en todos los públicos posibles, que nos dejara ver programas de opinión y defensas del televidente y otras propuestas, que si bien unas poquitas tienen, se ofrecen a altas horas de la noche -o madrugada- cuando la audiencia ha reducido considerablemente. Y si los pocos canales con los que contamos en la televisión nacional no se atreven a renovar su mirada de país, de ciudad, para entregar mejores productos a su audiencia, es papel de esa misma audiencia que reclama darle la oportunidad y el apoyo que necesitan las propuestas alternativas que tenemos en Colombia, o bien, apagar el televisor y leer un poco.
9.10.2007
Comprometer la cultura
Tanto hablar y hablar de que el arte sensibiliza, cambia las visiones de muchos, integra, hace un mundo más… feliz. Tanto hablar y hablar y hablar. ¿Cuál es el reto? ¿Cuál la propuesta? ¿Cuál el aporte? No sobraría hacerse la pregunta entonces de a quién realmente hay que sensibilizar para lograr, con el arte y la cultura, pequeños pasos, pequeños avances para una transformación social: formación artística para aquellos que, a duras penas, tienen acceso a la primaria, intervenciones en zonas de desarraigo habitadas por los invisibilizados de la ciudad, visitas de los artistas que a través de ese contacto sensibilicen, inviten a la reflexión y generen propuestas artísticas que de verdad hablen de la ciudad no desde el escenario, el estudio o el caballete, sino desde el suelo mismo. No será el arte o la cultura la que nos salve de la ignorancia, la ceguera y la mediocridad, pero sí será más alto el aporte cuando esto se convierta en un proceso continuo, cuando la ciudad, toda, viva la cultura y encuentre en ella una forma de ser ciudadanos, de ser personas.
por Jenny Giraldo García en LoCultural.com
8.28.2007
Marcela Bolívar: la belleza, la crudeza
El trabajo de Marcela, a quien conocí gracias a DeviantArt y a mi amiga Chaotica, es sorprendente. En cada obra se ve el cuidado de los detalles y la resginificación que toman los elementos que allí se disponen, incluso de ella misma, que a través del autorretrato se da diferentes lugares en los paisajes y escenas que ella visualiza y recrea en su memoria.
Las historias que circundan su cabeza son las que, en gran medida, la incitan a ilustrar lo que se encuentra en su galería, y aunque tiene referentes artísticos claros para desarrollar su trabajo, una última etapa de su vida la ha llevado a analizar lo que se mueve a su alrededor y dentro de ella misma, y aunque el autorretrato siempre ha sido uno de sus principales recursos, estas últimas se presentan como obras mucho más íntimas.
Artículo publicado por Jenny Giraldo García en LoCultural.com
8.22.2007
Ya somos el olvido...
El de Héctor Abad Faciolince, que aquí se reconoce, aún más, como Héctor Abad - hijo, es un relato completamente amoroso, en el que este hombre se confiesa un amante de su padre, incluso en el plano físico, pues las expresiones y gestos cariñosos, abrazos, besos, caricias, eran parte de su ritual de encuentro, un ritual que entre montañas antioqueñas, y más aún en décadas anteriores, era frío, solemne, lejano.
De ese amor nace entonces el profundo dolor que da origen a ese relato igualmente profundo y, así mismo, desgarrador. El olvido que seremos, un libro en el que Héctor Abad Faciolince, hijo de Héctor Abad Gómez, ese médico humanista a ultranza, defensor incansable de los derechos humanos, manifiesta la ira, el desengaño, en últimas el dolor que a él y a toda su familia produjo la muerte de su padre, pero más aún, la alegría que para los mismos trajo el haber pertenecido a esa estirpe. En esas páginas queda descubierta la intimidad de una familia entera, entre amigos, estudios, novios, fracasos, encuentros felices, cenas familiares, costumbres.
Muchos pasajes de la vida nacional también forman esa red de hechos en los que los Abad Faciolince se vieron inmersos durante los años de lucha de su padre. Me conmovió especialmente -en realidad hay muchos pasajes conmovedores- cuando el autor dice que, contrario a lo que sucedía en muchas familias, en esta eran los hijos los que trataban de evitar que el padre asistiera a marchas y manifestaciones, pues sabían que estaba poniendo en riesgo su vida. Y recuerdo también, con indignación sobre todo, el capítulo en el que se menciona cierto ex-rector de la Universidad de Antioquia, de ultra derecha, tirano, injusto, que promovió el odio por el médico Abad y políticas que atentaban contra docentes y estudiantes. Más de 20 años después, este hombre, con su sonrisita maliciosa se sigue paseando por los corredores universitarios, ostentando sus títulos de doctor, hablando de políticas públicas, de epidemiología, de prevención... mientras que del médico Abad, el luchador, el incansable, antiburócrata, solo observamos una foto, una exposición y el recuerdo de sus columnas de opinión y programas de radio.
Y ahora, guardamos también esta radiografía que Abad Faciolince nos deja. Nos permite entrar en la intimidad de su hogar, escondernos detrás de las cortinas de la biblioteca de su padre para escuchar las conversaciones que lo hicieron ser cómo es, oler las comidas preparadas en su cocina, ser partícipes de años y años de vida –y de muerte- de esta familia. Todo esto por un motivo: mostrarnos lo grande que fue su padre vivo y lo grande que es su legado ahora. Creo ya que no queda duda de la gran transformación social a la que podríamos asistir si en la política, la economía, la salud y hasta la religión hubiesen quedado un poco, sólo un poco, de las palabras, las enseñanzas, las ideas del olvidado Héctor Abad Gómez.
el polvo elemental que nos ignora
y que fue el rojo Adán y que es ahora
todos los hombres, y que no veremos
del principio y el término. La caja,
la obscena corrupción y la mortaja,
los triunfos de la muerte, las endechas.
en un bolsillo de su chaqueta el día que fue asesinado
por paramilitares en Medellín, en el año 1987
8.15.2007
Alrededor de los sueños
MARTÍN Weber, con su cámara de fuelle, su esposa y en los últimas días con Miguel, ha capturado los sueños de cientos de personas en siete países de este continente para construir Un Mapa de los Sueños Latinoamericanos, un proyecto que adelanta desde 1992, comenzando en su país, Argentina. Desde ese entonces, y con alguna intermitencia, Martín ha buscado dejar un documento sobre Cuba, México, Nicaragua, Perú, Guatemala, Brasil y Colombia, a través de lo que sus habitantes sueñan, desean, anhelan.
La experiencia pasa por lo tierno, lo descarnado, lo increíble, lo imposible. Todos tenemos sueños, algunos tan altruistas como la equidad para un país, otros tan personales como estudiar una profesión, pero los sueños hablan de la realidad, de lo que tenemos, de las carencias y las posibilidades de un país, y de todo un continente.
Uno de los ejercicios más interesantes es hacer que estas personas piensen en sus sueños, pues para muchos soñar es un mal pecado, está prohibido o sencillamente no tiene sentido, así que los sueños no cuentan con un espacio en su cotidianidad, en su imaginario, en su cabeza. Sueño es sólo el sinónimo de cansancio, sueño es sólo apoyar la cabeza en la almohada, cerrar los ojos y hasta mañana. Sin pensar en que mañana puede ser oportunidad, esperanza, otra opción.
Un día llegó un correo electrónico de alguien que venía a buscar los sueños de Colombia, y por mi trabajo yo podría ser de ayuda. Así me encontré con Martín, un encuentro milagroso con un argentino cálido que fotografía sueños, un documentalista excepcional que retrata realidades a partir de lo que a veces es irrealizable. Así, poco a poco, y ya a punto de terminar, se va construyendo Un Mapa de los Sueños Latinoamericanos, en el que todos tienen cabida y con el que todos nos podemos identificar.
A Map of Latinamerican Dreams / Photo España
A Map of Latinamerican Dreams / Zona Zero
8.08.2007
Satanás
Pero a pesar de la incertidumbre que generan esos hechos, Mario Mendoza, escritor bogotano, echó mano de la sobrecarga de información que produjo la masacre de Pozzetto y escribió una novela. Años más tarde, y basado en esa pieza literaria, el caleño Andrés Baiz dirigió la cinta homónima: Satanás. Una muestra de que el cine colombiano sigue escalando y que cada día y con más pruebas podemos ver y hablar de producciones de buena factura y cuidadosamente desarrolladas.
Pero la historia de Satanás no es sólo la historia de Campo Elías, que bien podría ser la encarnación de ese mítico ángel convertido en demonio. Satanás es la fuerza del mal que habita en los seres humanos y que se apodera con vigor de los personajes de esta película haciendo, por ejemplo, que una mujer decida incursionar en negocios ilícitos con la esperanza de ascender en la escala social; o que un sacerdote golpee vehementemente a un mendigo porque ya no puede cargar con tanta miseria; o que dos hombres quebranten el honor de una mujer perpetrando en ella una brutal violación.
Bogotá se nos revela como una ciudad desolada, de odios y amarguras, aterradora, de posguerra. Y uno de los grandes valores de Satanás es la universalidad de la historia, pues la marca colombiana no la da el típico sicario de barrio ni el calor de las playas ni el mafioso ni la puta. El sello colombiano lo impone el mal, pero éste no vive sólo en el país del sagrado corazón, de la carne y los huesos milagrosos, de las vírgenes que se aparecen en muros y en tazas de chocolate, de los paramilitares y los guerrilleros. El mal ronda por el mundo, por todos los países –jóvenes y viejos–, a todos por igual nos corresponde una gota del mal que envuelve el planeta. Por eso Satanás comienza a marcar una diferencia en el cine colombiano, porque ha comenzado a hablar en el lenguaje de la humanidad entera.
Texto completo en::Melodías en Acero