1.29.2018

¿Por qué el miedo al feminismo?



El feminismo puede ser muchas cosas. Y yo no sé muchas de ellas, pero decidí, hace unos años, declararme abiertamente feminista, después de entender que durante mucho tiempo fui una feminista enclosetada. Ahora, que vuelvo a este blog, quiero hablar de lo que para mí ha sido el feminismo, cómo lo he sentido y vivido, por qué no me avergüenza decirlo y por qué lo digo sin ningún 'pero', o uno, quizás: ¡tanto que me falta por leer y comprender para poder decir que soy, de verdad, una feminista!

Aún recuerdo las jornadas de intercambio de mensajes con mi amiga Oriana. Yo le alegaba que sí, que estaba trabajando en un programa sobre mujeres, que creía en eso de la igualdad, que reconocía las brechas de género, pero que ¡no era feminista! Estaba contaminada. Y también, muy equivocada. He tenido que escuchar frases parecidas a estas: “no somos un proyecto feminista, somos un proyecto sobre mujeres”. Y claro, no siempre hablar de mujeres o para las mujeres es lo mismo que hablar desde el feminismo, pero en muchos casos, el ejercicio de visibilizar la voz de las mujeres es ya un acto de reivindicación. Cuando escucho una frase que termina con: "pero no somos feministas", siento que salta a la vista el miedo al feminismo. ¿Por qué ese horror?

Los que critican el “todos y todas” y se resguardan en la sombrilla de la RAE, podrían leer lo que dice esta institución sobre el feminismo: “ Principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre”. Al menos yo no veo motivo para temerle a eso, y creo que cuando arrogantemente me negaba a aceptar mi feminismo, partía de una enorme ignorancia, desde una definición tan simple como esta, hasta todas las complejidades con las que se empieza una a encontrar cuando empieza a leer, a profundizar y a entender las desigualdades en la historia y porqué entonces un movimiento por la igualdad tiene que hacerse cargo, primero, de saldar esas deudas que se tienen con las mujeres.

Por supuesto que creo que la vida de todos los seres humanos es valiosa y que la dignidad ha de estar repartida por igual entre hombres y mujeres (y niños y niñas, y jóvenes y ancianos, sí, todos los seres humanos), pero, desde este lugar privilegiado en el que he estado (educación, independencia, ejercicio libre de mi ciudadanía, etcétera), reconozco que a las mujeres nos ha tocado —y todavía— la parte más chiquita del pastel. ¿Acaso el miedo al feminismo tiene que ver con que a los hombres ahora les está empezando a tocar una porción más pequeña que a la que llevaban siglos acostumbrados? ¿Acaso el temor de las mujeres tiene que ver con el dolor que se siente al reconocer que hemos sido parte de la mitad de la población del mundo que siempre ha llevado las de perder? No sé, pero me aventuro en esas dos hipótesis.

Porque a mí me dolió entender: entender que a pesar de mis privilegios había sido muchas veces silenciada, que había sido abusada y acosada, que había sido discriminada, y que había sido obligada a encajar en un moldecito de ideales femeninos que desde muy pequeña estaba intentando romper. Pero ese dolor abre los ojos y nos permite ser fuertes, sobre todo cuando nos juntamos con otras que también lo han reconocido y ya tenemos muchos más ojos para ver.

Y así como el feminismo es muchas cosas, creo yo, también hay muchas formas de llegar al feminismo. Yo llegué suavecito, nadando, sin darme mucha cuenta. Un día, después de un proceso de formación en temas de género, hice acopio de todas mis ideas sobre las mujeres, de todas mis actitudes, de las decisiones que había tomado, de las formas en las que pensaba mi lugar, las fui sumando, las fui acomodando, como fichas de rompecabezas, y cuando terminé estaba muy clara la palabra armada: FEMINISTA. Y así fue. Y ha sido bonito, liberador, sanador y revelador. Saberme feminista me ha dado herramientas para seguir caminando, para dialogar con el mundo, con los otros y con los mundos de los otros.

¡Así que bienvenidos los feminismos, esa suma de lentes para ver el mundo y seguirlo transformando! (Sí, en favor de las mujeres, hasta que seamos iguales).