12.04.2007

Noches de radio

La última canción que había escuchado la noche anterior fue Boy’s don’t cry, de The Cure, por eso, el radiecito FM de mi celular estaba en 106.3, La FM, que me brinda algunas buenas canciones pasadas las seis de la tarde. Lo mismo que La W, que la encuentro en 90.9, y que compensa su frivolidad mañanera con algo de buenos recuerdos musicales en las noches.

Pero mi lista de favoritas en frecuencia modulada la encabeza Caracol Radio, en 102.3. No sólo por ser la única emisora de carácter informativo del FM, sino por la calidad de sus programas, especialmente La Luciérnaga, Hoy por Hoy, y varios de los de fin de semana.
Otras de las programadas son Cámara FM y UN Radio, dentro de las propuestas culturales; Latina St., pues siempre he sido amante de la salsa y, aún a la espera de una grata sorpresa, Radiónica.
Pero con la noticia de que había regresado el Planeta Rock a Medellín, arranqué desde 106.3 -donde había escuchado a The Cure- hacia abajo, pues no estaba segura del lugar que Radioacktiva ocupaba en el dial. Me detuve, por primera vez, en esas emisoras que nunca escucho, a menos que esté en un bus y no tenga mis audífonos conmigo, y en ese recorrido me encontré con sorpresas que no deberían sorprenderme, pero que me hicieron ver un desolador panorama a través de esos números.
En ese recorrido pasé por Radio Tiempo, que ha impuesto de moda ese género del pop latino, con cantantes de perfil cada vez más uniforme y vacío, letras románticas y ritmos entre románticos y pegajosos que se oyen a volúmenes descomunales en casas que habitan adolescentes.
Guasca, más guasca y más guasca… este se ha convertido en mi género musical favorito para odiar. Letras descaradas que motivan el machismo y que se han metido a las malas en las casas de muchos barrios de Medellín, en las que se oyen los gemidos de niños que aun no saben pronunciar bien ciertas palabras de uso cotidiano, pero que ya saben la ventaja de ser hombres solteros. Las detesto porque empequeñecen a la mujer, porque las cantan individuos que no tienen idea de cantar, porque consumen y motivan la violencia. Una noche me dijo un taxista, con voz de preocupación, que no sabía que futuro les esperaba a estos niños y jóvenes, porque esos mensajes se meten hasta el tuétano, y la diferencia es grande con los pueblitos de mis cuitas y los caminos de viejos de mi vereda con los que crecimos los de otras generaciones.
Ahí está, todavía, La X, y celebro su permanencia. Un descanso después de tanta guasca; sin embargo, no es mi género ni mi emisora, puedo seguir derecho.
Ya extrañaba yo que el reguetón no se hubiera hecho presente, pero para no olvidar lo que este género significa, algo así entiendo en la letra de la canción que me recibe en no sé qué emisora: “mami, chupámelo así, trépate aquí, te bajo el pantalón”. Deslizándome hacia abajo por el dial me encuentro otros cuatro reguetones, Las Cuarenta Principales con más pop latino, música clásica en la Emisora de la U. de A., y la desconsoladora voz de una mujer que llama desesperada para ganarse una boleta para un concierto de guasca, sometiéndose a burlas y humillaciones por parte de los presentadores.
Y ese recorrido también cuenta con Amor Estéreo, que recuerdo como una emisora de música romántica, pero que ahora es de un perfil más juvenil y, por supuesto, La Voz de Colombia, que nació y creció con todos, y que conserva ese mismo público que llama a decir “Qué disco le gusta”. Poca música navideña, pero entiendo que tiene sus horarios. La Mega, que hasta este momento pensaba que se dedicaba a ritmos como el Tropi-pop (no he podido saber bien de qué se trata), reguetón y otros ritmos jóvenes, pero ahí está una de esas canciones de adolescencia, Don’t speak. ¿en últimas, a que se dedica esta emisora?
Muy bien, después de esta búsqueda, llego a la anhelada Radioactiva, y ¿qué me encuentro?
El día que formamos una banda de rock / el día que tocamos nuestra primer canción / aunque eramos muy malos hoy seguimos ensayando / Por siempre, para siempre / Cuando decidí no regalarme mi vida / a una empresa aburrida y a una fría oficina / ahora me la paso escribiendo y cantando canciones / Para siempreeee…
Una letra tan estúpida, y una voz tan mala sólo podría corresponder a una banda (bueno, quizás a otras más), Tres de corazón, un grupo de niños tal vez con plata, que se volvieron producto famoso entre niños –y sobre todo niñas- que no sobrepasan los 18 años. Esto es Radioacktiva.
Sobre este tema encuentro el blog de Jaime Horacio Arango Duque, de El Colombiano; muchos comentarios que afiirman que desde que desapareció Veracruz 98.9 no sonaba Rock en Medellín, y yo tengo una objeción: faltan oídos que busquen un poco más para saber que en UN Radio y en Cámara hay sonidos de esos que tanto extrañamos, sin el aditivo de jóvenes coetános, o contemporáneos que nos digan que canciones escuchamos, que reciban llamadas al aire y que cuenten chistes juveniles.
Una vez escuché que Veracruz era la única emisora en la que se ponía ‘rockcito’, y realmente me molestó ese diminutivo, que disminuía el valor del rock como la música de la rebeldía, de las rupturas, de los sueños de jóvenes que querían cambiar el mundo desde hace muchos años.
No creo que el Rock haya muerto con Veracruz, ni que haya renacido con Radioacktiva. Creo, sí, que el Rock está para quienes realmente queremos escucharlo, está en nuestros discos y mp3, está en programas especializados de emisoras culturales, está en Internet, y ahí sí por todos lados, y algunos creen que el futuro del Rock en la radio está en el A.M. Estas emisoras, por sus afanes comerciales, y no hay que culparlas por ello, seguirán siendo una suerte de Planeta Pop, así que la mejor solución es no buscar allí lo que no se nos ha perdido. Yo, prefiero seguir escuchando Caracol Radio y mi música en computador.
Casualmente me encuentro con esta foto, que se llama Toxic Radio, es de Saiaii, en DeviantArt