3.30.2012

¿Quién es el decente?

Discurso de un hombre decente es una puesta en escena del grupo bogotano Mapa Teatro, que tuvo su preestreno en Medellín, antes de partir hacia el Iberoamericano en su ciudad natal. La vi en el Teatro Pablo Tobón Uribe el 22 de marzo y lamenté no haberla alcanzado en Bogotá, porque sé (de buena fuente) que cada vez sale mejor y he escuchado comentarios sueltos que afirman que esta obra es de las buenas que han visto en el Festival hasta ahora. En Medellín, en cambio -o al menos entre el escaso público que asistió al Teatro-, faltaron los aplausos y, creo, faltó la comprensión (en unos casos, claro; en otros, se trata del gusto y de la conexión y con eso no hay nada qué hacer).

Alguien del público gritó: “¿A qué horas empieza el teatro?”. Rara vez escucho yo un alarido de ese tipo en una sala de teatro. Y qué público mal educado somos como para no tener la cordura de guardar silencio, de lidiar a solas con nuestra ignorancia. ¿Obra de teatro? Quizás eso fue lo que faltó; lo figurativo, lo literal: un Pablo Escobar perfectamente caracterizado, fortachón y bigotudo, junto a una Virginia Vallejo que se desviviera de amor por él en la tarima. Quizás faltó un tejado y una balacera y la caída y los policías de la DEA y todo el bloque de búsqueda; cada uno de ellos con parlamentos y movimientos dramáticos en el escenario. Pero a cambio...

Vi en 'Discurso de un hombre decente', presentada en el Teatro Pablo Tobón Uribe, un performance (en la web del Iberoamericano se cataloga como "teatro contemporáneo") claramente político que busca sustentar una tesis: la 'guerra contra las drogas' está perdida. Este mensaje, personalmente, no hubiese sido para mí tan claro y contundente si en lugar de lo que vi, el escenario hubiese contado con ese guión que terminaba en moraleja obvia e insulsa. Para mí, aburrido.

Ver 'Discurso de un hombre decente' fue como ver una suerte de documental, de esos muy modernos, recargado de ayudas visuales, testimonios no sincrónicos y montajes que interfieren con la imagen real. En la obra, o el performance, para comodidad de algunos, se hizo presente esa mezcla de realidad y ficción que tanto cala en el arte contemporáneo. Un discurso encontrado en la camisa de Pablo Escobar el día de su asesinato (momento que no vemos en la obra de teatro), rapeado con la voz de un no-actor cuya cara no es más que sombra tras oscuros telares y perdida entre matorrales, es el hilo conductor de esta historia. Una historia en la que aparecen periodistas, estudiosos, víctimas y el victimario. Una historia documentada, con un juicioso rastreo de prensa. Una puesta en escena con colores, olores, sensaciones, sonidos.

En suma, me gustó el discurso, me gustó la puesta en escena, me gustó la investigación que se nota en los detalles del performance. No me atrevo a juzgar estética o dramaturgia, ni a poner adjetivos que resultarían necios cuando es la subjetividad la que se impone; y cabe anotar que además del gusto, del goce, no tengo más vínculos con el teatro. Para mí, no quedó faltando historia, la escuché y la vi en la recopilación de titulares de prensa cantados, en los detalles entregados por los integrantes de la banda Marco Fidel Suárez sobre sus fiestas con Pablo, en la narración de la explosión en la Macarena de la que don Danilo salió damnificado; todo eso, para mí, hizo la historia. Además, el pacto ficcional que firmamos al recibir la boleta en la taquilla se cumple: lo que pasa en este escenario, lo que usted ve, es mentira pero es verdad.  

Y para seguir pensando en el tema, mientras yo me pregunto quién es el decente -que no lo era Pablo Emilio tampoco- dejo esta canción que narra quién es el Patrón.


Quien es el patron? by Systema solar on Grooveshark