3.05.2013

Tardes que suenan a silencio, que huelen a "Soledad"

La tarde del domingo estaba a punto de finalizar. La calle en la que queda la tienda de mi papá (en el barrio Prado Centro) es relativamente silenciosa, pasan los vecinos, que caminan como arrastrando el peso de sus casas que parece a veces que se les vinieran encima, esas casas que susurran cuando uno camina cerquita, entran a la tienda, saludan, hacen chistes sobre su pobreza, se ríen, salen. 

Afuera, al lado de la ventana, está don Jaime en su silla de ruedas; ahí pasa muchas tardes de domingo, toma tinto, fuma Ibiza, charla con mi papá, alega cuando pasan unos negros que hacen más ruido del que parece que esas aceras pudieran soportar. “Aunque no todos son negros, aclara él, pero qué hijueputas para hacer bulla.


Desde adentro, don Jaime es el protagonista de la escena que uno ve, estática, a través del ventanal que da a la calle Moore. Estático su cuerpo, que permanece en una silla de ruedas; estática su expresión; estático, pareciera, el viento y el color de esa tarde, que se ve igualita desde las dos hasta ya bien entradas las seis, cuando el sol comienza a desaparecer. Pero esas cuatro horas transcurren sin matices, sin variaciones cromáticas. Es como si el tiempo de domingo no pasara.

Y en medio del estatismo y la inmovilidad del viento y del color, ocurren conversaciones que no van para ninguna parte, que surgen de la nada o del aburrimiento y que no tienen conclusión alguna, porque no surgieron con más intención que la de traicionar el tedio, hacerle trampa al enmudecimiento de un barrio, de una tarde, de una calle con nombre de apellido londinense que junto a otras calles de Prado, también ha enmudecido (por eso las casas, de muchas formas posibles, gritan)


***


- ¿A usted le gusta el tango de Piazzolla?

No, es que a mí no me gusta el tango... no me gusta sino una que otra de ese... ese... Gardel.

- Hombre, pero es que tenés que escuchar otros tangos...

- Bueno, me gustan unos de Magaldi, también.

- Pero es que son otro tipo de tangos, hombre.

- Pero a ese Piazzolla sí lo distingo. Sale mucho en los crucigramas...





Don Jaime pide el último cigarrillo Ibiza. La tarde ya cambió de color. Son cerca de las siete y casi casi ha oscurecido del todo.