9.11.2007

Más canales no son más opciones


¿Será que un tercer canal privado de televisión abrirá las posibilidades y solucionará el asunto del monopolio mediático en el país?

Repetitivas y monótonas son las quejas que se escuchan respecto a la pobreza en la oferta de los canales nacionales de televisión. Y es que no hay que entrar a hacer un concienzudo análisis de medios para entender que el 70% de la programación está compuesto por telenovelas, eternas noticias que se explayan en deportes y que en farándula se especializan; unos eternos programas de variedades en los que se dedican a compendiar la savia que compone el resto de su programación: las telenovelas.

El canal RCN, uno de nuestros maravillosos canales privados, dice tener una franja para niños, y en medio de esta zampa una telenovela. Y están también los realities, que parecen estar perdiendo terreno para ser reemplazados por más telenovelas y una no tan nueva pero reencauchada modalidad de novela: las series de historias diarias o semanales, en las que los cuerpos, las tangas y el reggaetón conjugan de manera simétrica, livianita, la narrativa que tanto vende.

Y si ha encontrado muchas veces la palabra telenovela, ni es error ni es casualidad. Es el estado actual de la televisión privada colombiana, esa es la oferta que tenemos en Caracol y RCN, los dos canales más vistos y más prestantes del país.
Sin embargo, recientemente empezó a discutirse la propuesta de un tercer canal privado. Para muchos, éste representaría la posibilidad de una nueva oferta y más de donde elegir, pero teniendo en cuenta incluso las disposiciones de la Comisión Nacional de Televisión, que dice que dicho canal entrará a competir con los privados ya existentes, no son muchas las luces que se encienden y den visos, ilusiones incluso, de una televisión diferente a la que ya tenemos.

Y para terminar de ennegrecer el panorama, aparecen Caracol y RCN a decir que un nuevo canal va a representar la disminución en la calidad de la televisión ya existente. ¿Calidad? ¿Quiere decir esto que la programación de la televisión privada nacional será peor de lo que ya es? No se sabe entonces que nos puede esperar al sentarnos frente a la pantalla, pues ya los noticieros son lo suficientemente mediocres, las novelas son demasiadas y la programación bastante regular, como para que nos espere algo peor, como sentencian.

Pero hay que recordar también la existencia de una oferta televisiva alterna, que aunque no alcanza a llenar las expectativas de quienes gozan del cable viendo Film and Arts, History Channel y todas las variantes del Discovery, se presenta como una opción interesante. Ahí están, en números elevados y de poca recordación, Teleantioquia, Telemedellín y City TV, que nos presentan dentro de sus programas enfoques diferentes de la ciudad y el ciudadano, permitiendo cercanía e identificación de los televidentes con las realidades circundantes al poner su lente en aspectos que generalmente los canales privados no nos dejan ver.

Después de este panorama, no se avizoran muchas posibilidades de cambio. De la competencia centrarse en atraer publicidad y vender franjas más costosas, la muy regular oferta televisiva se triplicará y tendremos más novelas y más realities y más series morbosas para elegir. Ellos, los empresarios que se quejan porque exista competencia, tendrán menos pauta, pero ese no es un asunto de preocuparse, siempre habrá quien alimente los negocios que no aportan mucho.

Al final del camino, un camino que se recorre en cien canales, siempre será el televidente el que decida su destino. Aunque pegados a la letra que habla de responsabilidad social de los medios, la televisión ideal sería aquella que se diversificara, que pensara en todos los públicos posibles, que nos dejara ver programas de opinión y defensas del televidente y otras propuestas, que si bien unas poquitas tienen, se ofrecen a altas horas de la noche -o madrugada- cuando la audiencia ha reducido considerablemente. Y si los pocos canales con los que contamos en la televisión nacional no se atreven a renovar su mirada de país, de ciudad, para entregar mejores productos a su audiencia, es papel de esa misma audiencia que reclama darle la oportunidad y el apoyo que necesitan las propuestas alternativas que tenemos en Colombia, o bien, apagar el televisor y leer un poco.


Este artículo será publicado por Jenny Giraldo en LoCultural.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es mucho más barato idiotizarnos con programas insulsos que ponernos a reflexionar sobre nuestro propio devenir. Para los que manejan las programaciones el perfil del televidente (que hace aumentar los ratings) es el de un ser perezoso, ansioso de ver acción y sexo.
El Estado juega un papel importante, en otros países, para darle al público una oferta diferente. Al igual que alguien nos debe enseñar como pensar por nosotros mismos (desde la casa y la escuela). Responsabilidad social de los medios o responsabilidad de padres y maestros? No esperes nada de los canales privados mientras las coberturas de educación no sean las más óptimas, mientras el modelo económico obligue a muchas madres a dejar sus hijos cuidados por el televisor.